SOBRE

KARINA OKAJIMA FUKUMITSU

Extraer flores de piedras

Después de la Primera Guerra Mundial, mis abuelos inmigraron de Japón a Brasil.
Según la tradición japonesa, el hijo mayor, sea niño o niña, es responsable de cuidar a sus hermanos en la eventualidad de la muerte de los padres o imposibilidad de cuidados.

De esta manera, los hijos mayores se convierten en una especie de sustitutos de las figuras paternales. Mi madre, después de la muerte de sus hermanos aún pequeños, se convirtió en la hija mayor. Cuando tenía 14 años, salió de Araçatuba, interior de San Pablo, y vino a la capital a estudiar y luego mis abuelos y mis tíos también se mudaron.

En 1974, uno de mis tíos murió en el incendio en el edificio Joelma y, ya en esa época, mi madre experimentó un cuadro depresivo. Soy la hija menor de una pareja que se casó durante 17 años y tengo una hermana. Tenía 10 años cuando mis padres se divorciaron. Recuerdo que no podía entender lo que estaba pasando.

La sensación de pérdida era constante, principalmente cuando presenciaba los intentos de suicidio de mi madre. Era aterrador encontrarla casi muerta y tener que llevarla a los socorristas de diversos hospitales. Cuando los niños pierden algo y no encuentran soporte emocional, es común asumir la pérdida como si la responsabilidad fuera de ellas.

Cuando era adolescente, mientras mis amigos se preocupaban por los lugares donde pudieran divertirse, con los sentimientos despertados por los primeros novios, intentaba lidiar con sentimientos ambivalentes, derivados del divorcio de mis padres. Sentía que había perdido tanto tiempo en mi adolescencia, que me declaré una especie de cazadora de ganancias. Tuve que crear estrategias para soportar la idea de que perdería a mi madre en cualquier momento. También encontré maneras de asimilar la ausencia de un padre que constituía otra familia. Los sentimientos de inseguridad y pérdida eran permanentes en mi mente y en mi corazón.

Mi estudio ofrece un significado para la vida a pesar de las pérdidas, ya que considero la vida una gran lección. Nuestras pérdidas no son castigos para lo que hacemos mal. Nuestras pérdidas son experiencias que forman parte de la vida.
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